Me abro paso entre una marabunta de gente que habla bajito... un casi-silencio sospechoso... no hay gritos ni risotadas nerviosas... ¿un instituto?...quién lo diría. Al uso, no.
Adultos porque así nos lo jura su dni, pero muy jóvenes en su mayoría.
Ni-nis que se descolgaron un día de la ESO, bajo el brazo les ha crecido ahora un sobre marrón; aquí están; muchos, empujados por el tesón de unos padres pesados y cansinos, padres a punto de la combustión, pero que aún no cejan en su empeño de mirar más allá de la agachada actitud pasota de sus hijos; aquí están, novios del paro juvenil, haciendo cola ante la puerta de un sistema educativo que se empeña en no soltarlos; hasta aquí han venido, buscando en la ESPA la titulación mínima que los saque del "no ser nadie"...
Camuflados entre ellos puedo distinguir también a los pobres de currículum; ésos que, años ha, dejaron los estudios por el trabajo, y ahora, a vueltas de la vida, triste paradoja, el trabajo los ha abandonado a ellos, en demasiados casos, por no llegar al mínimo... aquí están, buscando congratularse de nuevo con los libros y mirando escépticos al nuevo aliado, las tecnologías nuevas.
Y los que vienen a matricularse en el hueco del café...trabajan y estudiarán...viene a por su pinza...la que les saque esa espinita que desde hace tiempo les pincha... esa factura que pendiente tienen consigo mismos.
Amas de casa, que al paso decidido del "ya era hora, ahora me toca a mí"... vienen, taconeando fuerte; aquí están, dispuestas a darse una lección a ellas mismas y a los suyos, dispuestas a formar parte de la élite de la enseñanza de adultos... Estadísticamente, me cuentan, que son de lo mejorcito.
Entre los aspirantes a bachilleres, destaca el grupo de los atragantados, que vienen arrastrando una, dos, tres bolas de preso, asignaturas que ni con pan ni convocatorias de gracia han logrado pasar en "su otro instituto".
Adultos de vuelta a la escuela.
Los más viejos del lugar me cuentan que, pasadas las primeras semanas y los primeros entusiasmos, muchas buenas intenciones se desprometen, demasiados oídos se hacen los sordos y no pocos ánimos flaquean...el digo se hace diego y el camino a la escuela entonces se vuelve tortuoso o simplemente se desdibuja, quedando de entre ellos, sólo el poso bueno de los ricos de voluntad.... la pura esencia de la formación permanente de personas adultas.
Este es mi escenario para el presente curso académico...nueva normativa, nuevos ritmos, nuevos modos, nuevos retos....
Me deseo suerte , el entusiasmo de cada septiembre lo llevo puesto de casa.