lunes, 20 de septiembre de 2010

CURSO DE MAYORES.

Zigzagueo entre alumnos que no parecen alumnos.


Me abro paso entre una marabunta de gente que habla bajito... un casi-silencio sospechoso... no hay gritos ni risotadas nerviosas... ¿un instituto?...quién lo diría. Al uso, no.

Adultos porque así nos lo jura su dni, pero muy jóvenes en su mayoría.

Ni-nis que se descolgaron un día de la ESO, bajo el brazo les ha crecido ahora un sobre marrón; aquí están; muchos, empujados por el tesón de unos padres pesados y cansinos, padres a punto de la combustión, pero que aún no cejan en su empeño de mirar más allá de la agachada actitud pasota de sus hijos; aquí están, novios del paro juvenil, haciendo cola ante la puerta de un sistema educativo que se empeña en no soltarlos; hasta aquí han venido, buscando en la ESPA la titulación mínima que los saque del "no ser nadie"...

Camuflados entre ellos puedo distinguir también a los pobres de currículum; ésos que, años ha, dejaron los estudios por el trabajo, y ahora, a vueltas de la vida, triste paradoja, el trabajo los ha abandonado a ellos, en demasiados casos, por no llegar al mínimo... aquí están, buscando congratularse de nuevo con los libros y mirando escépticos al nuevo aliado, las tecnologías nuevas.

Y los que vienen a matricularse en el hueco del café...trabajan y estudiarán...viene a por su pinza...la que les saque esa espinita que desde hace tiempo les pincha... esa factura que pendiente tienen consigo mismos.

Amas de casa, que al paso decidido del "ya era hora, ahora me toca a mí"... vienen, taconeando fuerte; aquí están, dispuestas a darse una lección a ellas mismas y a los suyos, dispuestas a formar parte de la élite de la enseñanza de adultos... Estadísticamente, me cuentan, que son de lo mejorcito.

Entre los aspirantes a bachilleres, destaca el grupo de los atragantados, que vienen arrastrando una, dos, tres bolas de preso, asignaturas que ni con pan ni convocatorias de gracia han logrado pasar en "su otro instituto".

Adultos de vuelta a la escuela.

Los más viejos del lugar me cuentan que, pasadas las primeras semanas y los primeros entusiasmos, muchas buenas intenciones se desprometen, demasiados oídos se hacen los sordos y no pocos ánimos flaquean...el digo se hace diego y el camino a la escuela entonces se vuelve tortuoso o simplemente se desdibuja, quedando de entre ellos, sólo el poso bueno de los ricos de voluntad.... la pura esencia de la formación permanente de personas adultas.

Este es mi escenario para el presente curso académico...nueva normativa, nuevos ritmos, nuevos modos, nuevos retos....
Me deseo suerte , el entusiasmo de cada septiembre lo llevo puesto de casa.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

MI PRIMERA PLAYA

Recreo en la memoria y en la retina el momento de cada una de aquellas fotos.

1974. 1ª Quincena de Julio. En mayo  habíamos estrenado nuestro flamante seiscientos blanco  para lucimiento de mi hermana en su primera comunión. Y ese mismo año, por obra y gracia de la Cruzcampo, nos tocó playa.
Por aquella época -desconozco si todavía, aunque me temo lo peor- la empresa  disponía de una residencia de verano en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), de la que disfrutaban por turnos sus empleados de toda Andalucía.

El verano del 74 fueron nuestras primeras primerasprimerísimas vacaciones en la playa.
Yo ya conocia el mar de Valencia, de vista...pero aquel verano descubrí su sabor.

La maleta grande negra, con la ropa de los cinco, subida a la baca del coche; el sillón de playa de mi madre y el colorido cesto de plástico que imitaba al mimbre - las toallas, la pelota amarilla y marrón de mi hermano, los bañadores y las zapatillas de agua-  encajaban en el estrecho hueco que quedaba tras los asientos traseros...y ya está... ni sombrilla ni esterillos, ni palas, ni cubetas ni rastrillos...íbamos de novatillos y desconocedores total del ajuar necesario para estos menesteres... -precio caro pagó mi madre por aquello, que a los dos días de sol justiciero tuvo la espalda que parecía un tomate-pelao... carne viva.

Cuando les dije a mis hijas que en nuestro flamante seiscientos blanco nos plantamos en la puerta de un chalé...primera linea de playa, soltaron un  andaaaaaaaaaaaaaaaaaa, cuchaaaaa!!!!!.
Cuando les dije que compartido con otras dos familias soltaron otro andaaaa!!!  -pero la boca se les quedó más descolgada aún...- cómooooo, cuánta gente, noooo????

Repartidas las familias por habitaciones, todo estaba muy bien organizado.
Teníamos camareras que pretendían arreglarnos las habitacions...pero la Anita decía que nanai....que las camas, cada uno la suya.
Nuestros cuerpos se acostumbraron pronto a danzar al ritmo de los horarios del comedor... ¿qué toca hoy? ¿qué toca hoy?
Que nos cocinara otra persona que no fuera nuestra madre, era nuevo para nosotros.... y un auténtico regalo para ella.
Comidas sencillas y aroma a sopa de letras de primero todas las noches sin faltar una...lo mejor del comedor era el ambiente cordial y jaleoso de los veraneantes y su chiquillería...que antes, ya se sabe.... cuatro o cinco, era lo que menos....

Nada recuerdo de que pasáramos estrecheces...duchas de minuto y medio...y la ley del que fue a Sevilla perdió su silla...pero ¿y qué? Quizás por que el sentido de la incomodidad y de la privacidad ha cambiado con el paso de los años...Era una suerte tremenda estar allí y sacabó.

Lo que sí recuerdo, y muy bien, es el trato con esas familias llegadas desde Córdoba, de Sevilla, de Huelva, de Málaga... Se apretaban unos lazos que,por fuerza, a los quince días y sin pocas lágrimas, había que ir soltando...
Recuerdo a los mayores sentados a la puerta tomando el fresco o llevándonos al cine de verano; recuerdo a las tres mujeres de la casa preparando cada noche las chirlas, las navajas y los cangrejos que cogíamos al atardecer ....
En Sanlúcar aprendí a distinguir en la arena, con la bajada del mar  -el mar se iba lejos-lejos, para regocijo de estos marsiqueros vacacionales- esos agujeritos en forma de cerradura antigua por los que debíamos meter granitos de sal...las navajas salían a escupir y entonces ...zassss a pillarlas...
Me recuerdo tambien sentada en la arena, observando el comportamiento de las chirlas...allí donde saltaba un escupitinajo hacia arriba ...zassss hundíamos la mano y pillábamos la chirla. Los cangrejos en las rocas... uysssss, esos, más rebeldes,  picaban...
Las idas y venidas de mi hermana a la orilla, su emoción cuando consiguió que el agua le sobrepasara las rodillas.
Las algas.... mira que hay algas por allí.
Recuerdo la subasta del pescado en Bajo de Guía....oirlos contar hacia atrás.... qué velocidades....
El barco que nos llevó a Chipiona...mi primer paseo en barco.-
Nuestros baños en una playa paradisíaca por aquel entonces... la playa de la Ballena...hoy Costa Ballena y la playa de las Tres Piedras....

Tantos y tantos momentos del paisaje en sepia de aquellos maravillosos 70.