Junto a las bombillitas rojas-verdes-y-amarillas, camufladas entre un frondoso cesped artificial, se reagrupaban el rebaño de ovejas y la piara de cerditos además de un tigre, un simpaticón osito panda, un mono rojo y un elefante amarillo, rescatados de averigüe-usted qué Roscón de Reyes pasado o qué sobrecillo de sorpresas... -que huevoskinder no había en la época- el caso es que año tras año granja, selva y sabana eran ejemplo de armónica convivencia en el camino de tierra...tierra de nuestra vecina Plaza de Toros de Córdoba, Los Califas, que para eso vivíamos justico enfrente...
El pastorcillo cagando había logrado mimetizarse detrás del pozo y allí , en tan ingrata postura, se pasaba el pobre todas las Pascuas.
Los Reyes Magos expertos ya en bajar por la montaña de libros recubiertos de corcho y papel de estraza -contando con la secreta ayuda diaria de unas impacientes manos infantiles- avanzaban pasito a pasito, como muñecas de Famosa, dirigiéndose al portal.
El tamaño de sus Majestades triplicaba al del minúsculo puentecillo que les aguardaba más adelante.
Justo en medio de un tranquilo Jordán de papel de aluminio arrugado y riberas de conchitas de Sanlúcar de Barrameda, cruzar el inevitable puente suponía la tarea más complicada del trayecto...pero eran ya tantos los años haciendo la misma ruta, que los tres dromedarios sabían perfectamente qué filigrana equilibrista debían hacer al apoyar cada pata para aguantar la posturita hasta el cambio del día siguiente....
Por supuesto en nuestro belén, el Rey Baltasar iba el primero... por afinidad... morenito como nosotros...- nuestra piel, en verano...y buena parte del año también... poco tenía que envidiar al Mago negrito- .
Al paso de la comitiva, la lavandera saludaba agitando al aire sus trapos blancos; el pescador les mostraba orgulloso la imaginaria buena pieza capturada, buena ofrenda hubiera sido si misteriosamente no hubiera desaparecido en alguna mudanza; el campesino de la enorme calabaza al hombro y el burro de la noria también saludaban.
Extrañadas las ranas y los patos miraban no sin cierto recelo a los pobres pollos, a las no menos atónitas gallinas y hasta al pavo negro gordo, que por aquello de la cercania con la especie, se veían esos días realojados también en mitad del rio, que a estas alturas de la Pascua parecía ya una auténtica feria...eran meras estrategias de espacio... que ya vienen los Reyessssss.
Justo en medio de un tranquilo Jordán de papel de aluminio arrugado y riberas de conchitas de Sanlúcar de Barrameda, cruzar el inevitable puente suponía la tarea más complicada del trayecto...pero eran ya tantos los años haciendo la misma ruta, que los tres dromedarios sabían perfectamente qué filigrana equilibrista debían hacer al apoyar cada pata para aguantar la posturita hasta el cambio del día siguiente....
Por supuesto en nuestro belén, el Rey Baltasar iba el primero... por afinidad... morenito como nosotros...- nuestra piel, en verano...y buena parte del año también... poco tenía que envidiar al Mago negrito- .
Al paso de la comitiva, la lavandera saludaba agitando al aire sus trapos blancos; el pescador les mostraba orgulloso la imaginaria buena pieza capturada, buena ofrenda hubiera sido si misteriosamente no hubiera desaparecido en alguna mudanza; el campesino de la enorme calabaza al hombro y el burro de la noria también saludaban.
Extrañadas las ranas y los patos miraban no sin cierto recelo a los pobres pollos, a las no menos atónitas gallinas y hasta al pavo negro gordo, que por aquello de la cercania con la especie, se veían esos días realojados también en mitad del rio, que a estas alturas de la Pascua parecía ya una auténtica feria...eran meras estrategias de espacio... que ya vienen los Reyessssss.
Y llegaba la deseada mañana del 6 de enero y delante de la puerta entreabierta del patio lucían la copita de anís ahora vacía, los envoltorios de los tres mantecados que dejamos antes de acostarnos y una montaña de juguetes, multiplicada por tres.
Esa noche, un año más, se había producido la magia de las magias delante de nuestras narices y como debe ser, un año más no nos habíamos enterado de nada-nadita-nada:
Sus Majestades de Oriente que, inexplicablemente para nuestras sencillas mentes de niños , habían avanzado por sí mismos los últimos pasos -yo no fui, yo no fui, lo prometo, nos decíamos unos a otros- amanecían, en perfecta formación, delante del portalitodebelén, habiendo traido al Niño y a los niños de la casa oro, incienso, mirra, risas, ilusiones, magia...alegria.
Sus Majestades de Oriente que, inexplicablemente para nuestras sencillas mentes de niños , habían avanzado por sí mismos los últimos pasos -yo no fui, yo no fui, lo prometo, nos decíamos unos a otros- amanecían, en perfecta formación, delante del portalitodebelén, habiendo traido al Niño y a los niños de la casa oro, incienso, mirra, risas, ilusiones, magia...alegria.
Precioso relato Ana. No has dejado detalle sin tocar.
ResponderEliminarY es que no hay nada como mantener la ilusión en los niños. Para ello, nada mejor que trabajarse la noche del cinco de enero para que la mañana del seis, todo parezca mágico.
Besos.
Y tanto Elena... me conozco cada pieza de memoria...las llevo viendo toda mi vida, primero en casa de mi madre, nuestra casa....ahora en mi propia casa...cosas de herencia en vida...
ResponderEliminarLa disposición de aquel belén ahora es imposible...me haría falta el gran aparador del ajuar de mi madre, que lo duplicaba al verse reflejado en el espejo... pero en la memoria quedará de por vida, te lo aseguro.
Besos con sabor a roscónnnn
Si que es una noche mágica, has reflejado los mismos momentos que vivíamos cuando mis niños eran pequeños, exactamente igual, el Belén cada día un poco mas desformado al caminar de los reyes, y su llegada el día 6 al portal, la copita de anís y los mantecados no faltaban, y bien que nos venia a su padre y a mi, mientras poníamos los nombres a los regalos, y todo con mucho cuidado sin hacer ruido a veces esperando hasta bien entrada la noche, y de puntillitas pasar por el pasillo y sacar del armario que estaba cerrado bajo llave durante todo el mes de diciembre, juguetes y regalos con mas ilusión que ellos y deseando que amaneciera para que fueran a mi cama y oírles decir "han venido los reyes". Benditos momentos y bendita ilusión. Un abrazo que te traigan muchas cosas te las mereces.
ResponderEliminarCordobesa:
ResponderEliminarAhora lo vivo desde el otro lado y es como tú dices... la ilusión y la magia no deben romperse nunca... siendo la edad lo de menos...
Un besico también para ti y que Baltasar te favorezca...muassssssssss
Ja, ja, ja...
ResponderEliminar¡Serás joía...! ¡Habré despertado a todos mis vecinos con la risotada!
Aún no, aún no, amiga mía. Después del musical, después...
Un beso, siempre.
jeeeeeeeeeee...te he pilladoooo....si es que te había visto por la rendija de la puerta..... jeeeeeeeeeeee
ResponderEliminaranda anda que ya te vale,.....
Me gusta lo que has escrito. Te seguiré. Soy de esos necios, que aún cree en los reyes.
ResponderEliminarMuchas gracias, Angus, por quedarte ya comprobarás que mis palabras son sencillas, transparentes en un blog que me permitede volar a mis sueños y a mis mejotres momentos...
ResponderEliminarUn saludo.
Ana , pero que descripción tan vívida! Si he podido ver cada figurita y como iban cambiando de lugar para dar paso a los reyes! Tal parece que las épocas éstas nos ponen como medio nostálgicas no?
ResponderEliminarBesitos,
A mi, una barbaridad!!!
ResponderEliminarAdemás mis hijas releen y aunque la mayoria de las anécdotas ya las han oido una y otra vez... terminan aquí sentadas, abriendo el blog y re-creando ellas mismas los momentos...
Los pasitos de las figuritas me los conozco de memoria...turnos hacíamos los hermanos...me toca a mi...me toca a miiiii.
Besos nostálgicos amiga Soñadora...
Genial Ana!!!!
ResponderEliminarUn beso y buen finde!
Gracias, Alma!!!!!!
ResponderEliminarOtro beso y buen finde también para ti... no gastes mucho, que aunque parezca que paga otro.... es un espejismo...pagas tuuuuu!!!!